viernes, 23 de abril de 2010

Dios nos dió una casa, debemos cuidarla

La Palabra del Señor nos dice que en el principio creó Dios los cielos y la tierra y posteriormente comenzó a crear todas las especies vivas para que habitasen en la tierra que acaba de crear, entre estos seres vivos, se encuentra obviamente el ser humano.
Esta tierra que Dios creó y puso en las manos del hombre para que la labrase y la cuidara, era una tierra fructífera, donde toda semilla daría su fruto para alimento de la raza humana.
Sin embargo, han pasado ya muchos años desde ese momento, el hombre se ha olvidado de su mayordomía para con la tierra que Dios había puesto en sus manos y se ha vuelto de manera irracional destruyendo su propia casa.
Una lista imnumerable de acciones irresponsables se ejecutan hoy día que nos llevará, si esto no se detiene, a destruir este planeta, entre estos, podemos mencionar algunas de ellas:
  • Incremento en la deforestación de manera desproporcionada
  • Contaminación de nuestros ríos producto de basura y otros contaminantes que caen todos los días a estos.
  • Aumento de la dependencia de hidrocarburos por el sector transporte
  • Destrucción o contaminación de las fuentes o nacientes de agua
  • Uso indiscrimanado de productos químicos en la producción agrícola
  • Uso ineficiente de la energía eléctrica por industrias, y el sector residencial

Estos puntos son apenas algunos pocos de tantos que por medio del cual el hombre destruye la tierra todos los días; aquí se pueden mencionar también los efectos devastadores de las guerras entre naciones

De seguir esta tendencia, la tierra sufrirá las consecuencias irremediablemente, tal es el caso que por el calentamiento global se derriten los glaciares de la Antártida y otros puntos de la tierra, lo cual traerá un incremento del nivel del mar y por ende grandes inundaciones, que se menciona la desaparición de ciudades y pueblos con toda su población.

Como buenos mayordomos de Dios, debemos cuidar lo que él nos ha puesto en sus manos y no dejar que se siga destruyendo. Ahora, que podemos hacer si tal vez no tenemos el poder político para forzar un cambio, se preguntarán algunas personas. Efectivamente, no contamos con ese poder, pero si cada uno de nosotros desde nuestra manera de vida, iniciamos un cambio y promovemos algunas medidas en nuestro hogar, en la oficina, en el barrio, en las ciudades que conlleven a hacer un uso más eficiente de la energía, podríamos iniciar una concientización de quienes mas contaminan.

Algunas de estas medidas, se podrían resumir de la siguiente forma:

  • Separación de la basura (botellas, vidrios, plástico, etc)
  • Tomar acciones que lleven a reciclajes
  • Limpieza de los ríos
  • Programas de educación ambiental y energética dirigidos a la población
  • Aprovechamiento de fuentes de energía renovables
  • Uso eficiente de la energía eléctrica
  • Disminución en las inversiones de materiales bélicos y de destrucción
  • Programas de reforestación a nivel mundial
  • Sustitución de maquinaria obsoleta por equipos con tecnologías más eficientes

La lista puede ser mayor en cuanto a acciones que el hombre debe tomar de manera inmediata para proteger el ambiente.

Ahora nosotros como iglesia del Señor, también debemos tomar esa conciencia y participar dentro de las comunidades en los programas ambientales que se llevan a cabo, de tal manera que seamos mayordomos fieles delante de Dios. La decisión de la iglesia en estas actividades no debe ser opcional, sino como una obligación y responsabilidad delante de Dios.

No esperemos que los países desarrollados realicen acciones, hagamos nosotros esas acciones que tenemos a nuestro alcance, y seamos parte del cambio que el mundo necesita.

Dios les bendiga

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