Por muchos años hemos hablado de la Fe en las iglesias y en las diferentes reuniones que se tienen con los líderes y miembros de la iglesia y ya vemos el tema muchas veces como algo en el que somos campeones de la fe y que nada nos podrá hacer dudar o al menos hacer sucumbir en nuestra fe.
Normalmente, cuando se piensa en el tema, uno de los capítulos preferidos o claves es precisamente Hebreos 11. Así, una gran cantidad de veces lo hemos leído y ya casi que lo sabemos de memoria. Todos decimos siempre, si yo tengo fe en Dios, claro mi fe está en Jesucristo, yo se que él existe y que es real, asimismo, tengo la seguridad de mi salvación por su muerte y resurrección y por la sangre que derramó en la cruz del calvario.
Esto es hermoso realmente, y verdaderamente así es, nuestra fe debe estar centrada en aquel que murió y resucitó para el perdón de nuestros pecados. Nuestra fe debe estar fundamentada en la roca inconmovible que es Cristo Jesús. Ahora, la situación es la circunstancia que estemos viviendo al momento que tenemos que probar nuestra fe. Por ejemplo, cuando todo está saliendo muy bien, tal y como lo habíamos planeado o aún mejor, es muy fácil que nuestra fe sea probada, y en este momento no podemos entender como hay muchos otros cristianos que tienen poca fe, si Dios es tan bueno que nos está apoyando.
Ahora la situación nos cambia un poco cuando el escenario es totalmente diferente; en momentos en que estamos siendo probados; en momentos en que las cosas no salen como nosotros lo deseamos. Que difícil es cuando tú estás pidiendo a Dios algo, te has presentado delante del Señor y estás clamando por algo ya sea un milagro, una sanidad, por la conversión de algún ser querido, por una esposa o esposo y cualquier otra cosa; y Dios tal vez no contesta y entonces esto nos trae desesperación, duda y hasta enojo, con lo cual entra la ansiedad y perdemos de vista nuestra vida espiritual sana.
Cuando Abraham fue llamado por Dios tenía 75 años de edad; y ya su esposa Sara era una persona grande en edad e incluso era estéril. Pero Dios, le hace una promesa de que su descendencia heredará la tierra y que serán tantos como la arena del mar.
Hasta 25 años después Dios cumple su promesa de un hijo biológico de Abraham con su esposa Sara. Pero imagínate, 25 años esperando su cumplimiento, donde en algunos momentos pasaban mucho tiempo o años que Dios no hablaba con el patriarca; como podía estar la fe de aquel hombre que veía a su esposa envejecer y aun hasta dejar la menstruación; además, que él mismo se hacía viejo y era difícil para el pensamiento humano que esto se cumpliera realmente.
Dice la Palabra en Hebreos 11:1 "Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve". Veamos que dice la certeza, es decir, la seguridad de aquello que estamos esperando y además, dice la convicción de lo que no vemos. Tener convicción de que algo va a suceder aunque no lo vean nuestros ojos naturales. Esta definición de fe es muy profunda y completa.
Ahora, el versículo 3 dice que por esta fe entendemos que el universo fue creado por la Palabra de Dios, y que lo que vemos fue hecho de lo que no se ve. En este caso, debemos aprender que lo que hoy conocemos fue hecho de lo que no existió; nuestras peticiones, nuestro clamor a Dios, por más difícil que se vea, donde quizás no vemos por donde puede venir nuestro deseo, Dios lo hará posible. No hay nada difícil, ni imposible para Dios.
La Palabra nos dice que Enoc antes de ser traspuesto tuvo testimonio de haber agradado a Dios; en el libro de Génesis 5:24 dice la Palabra que Enoc caminó con Dios y Dios se lo llevó. Estamos dispuesto nosotros a caminar con Dios, a pesar de la tribulación en la que estemos viviendo, a pesar de que Dios guarda silencia y no nos habla, ni responde a nuestras oraciones; sin duda que si continuamos confiados en él, se agradará también.
Me gusta lo que nos dice el versículo 6 de Hebreos 11: "Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan". Aún en los momentos más difíciles de nuestra vida cuando todo nos es contrario, y pensamos que ya no podemos seguir adelante debemos de agradar a Dios con nuestra fe. Aunque Dios no nos hable, aunque Dios no conteste nuestras oraciones debemos acercarnos a su presencia creyendo que le hay, creyendo que él existe y es real, creyendo que Dios tiene cuidado de nosotros y que nunca nos abandonará, ni nos dejará huérfanos porque le pidamos algo que tal vez para él aun no sea el tiempo, o que considere que no debe ser. Posiblemente, muchas veces, también Dios nos esconde el rostro para ver si somos capaces de continuar caminando en fe aunque no le veamos, y estemos pasando alguna tormenta espiritual.
Recordemos el pasaje de Marcos 6:48 "y él viéndoles remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta vigilia de la noche..." Jesús desde el monte donde oraba, les veía remar con gran dificultad, no se sabe cuanto tiempo, estuvo el Señor observando a sus discípulos luchar contra la adversidad para conocer el carácter de ellos, y cuando consideró que era el momento oportuno caminó sobre el mar y calmó la tempestad viniendo a ellos. Asimismo, Jesús nos observa a nosotros remar con gran fatiga en nuestro caminar por este mundo, con tantas adversidades que a veces parecen que nos van a vencer, pero Cristo está ahí atento para ayudarnos en el momento oportuno, cuando ya nosotros hemos realizado nuestro mejor esfuerzo en el nombre del Señor y ahora es el momento oportuno para que Jesucristo nos ayude y nos levante como buenos siervos. La amargura de nuestras pruebas nos trae un delicioso sabor dulce de nuestro éxito en el nombre de Jesús.
Recordemos también la fe de Noé, en tiempos donde no se conocía la lluvia, Dios le pide que construya una Arca para salvar a su familia y a la especie animal. Más de 100 años construyendo aquella Arca, bajo el vituperio y burla de sus contemporáneos. Pero Noé nunca claudicó y continuó construyendo el Arca que Dios le había indicado para salvación de su propia familia. Nosotros debemos tomar este ejemplo, y a pesar de lo que estemos viviendo debemos seguir construyendo esa arca espiritual en nuestra relación con Dios para la salvación nuestra y de nuestra familia.
Para terminar nuestro consejo es que a pesar de la prueba que estemos pasando y de que nuestras oraciones estén aún sin respuesta; debemos acercarnos a su presencia y servirle de todo corazón.
Dios les bendiga