Recientemente han pasado las elecciones nacionales en Honduras y en Uruguay; donde este fin de semana el pueblo de cada uno de estos países ha escogido a la persona que dirigirá el destino de su pueblo durante los 4 siguientes años.
En el primer caso unas elecciones llamadas por un gobierno de facto que por medio de un golpe de estado asumió el poder; y en el otro caso unas elecciones democráticas donde los uruguayos escogieron al Presidente.
El próximo año, tendremos elecciones en Costa Rica, Brasil y creo en otros países de nuestra América Latina.
Como ciudadanos realmente hemos sido educados y enseñados a escoger a nuestros gobernantes; podemos analizar las propuestas que nos hacen para escoger la mejor; o acaso como en los últimos días en Costa Rica, debemos conformarnos con escuchar y ver toda un despliegue publicitario de ataques entre quizás las dos agrupaciones con mas seguidores; y entonces escoger la propuesta que más se burló o criticó al contrincante. Solo pensarlo, me da tristeza, no es posible que quienes pretendan gobernarnos caigan en la desesperación y deban acudir a estas estrategias (si se les puede llamar así) baratas y negativas.
Como ciudadanos latinoamericanos debemos levantar nuestra voz y exigir respeto a nuestra inteligencia e intelecto.
Quienes deseen gobernar nuestros países deben ser personas íntegras en todo, honradas, sin cuestionamientos; hombres o mujeres que desde sus hogares han logrado triunfar a la hora de gobernar sus casas, enseñando los principios y valores a sus hijos con sus hechos propios.
La pregunta es ¿Existen en nuestros países estos hombres íntegros, capaces de gobernar apegados a principios y valores que exalten a una persona digna e íntegra? la respuesta es sí. Claro que estas personas las tenemos y muchas veces deseosas de tener una oportunidad por parte de la sociedad; lo único es que en la gran mayoría de los casos, estas son las personas que no tienen grandes posibilidades de ganar unas elecciones; quizás por no estar en partidos tradicionales o simplemente porque no tienen suficiente dinero para competir con la maquinaria publicitaria de quienes si la tienen.
Debemos buscar en nuestros países a esas hombres o mujeres, seguro estoy que ahí están y los encontraremos, solo debemos prestar un poco de mayor atención. Estas personas además de su integridad, son personas que son temerosos de Dios y caminan de acuerdo a la voluntad de nuestro Señor Jesucristo.
Si nuestros gobernantes entregaran la dirección de sus decisiones a Dios, nuestros países y pueblos hoy estarían con mayores índices de desarrollo, disminuyendo la pobreza; con mayor creación de empleo; disminución de la delincuencia y no habría corrupción de quienes nos gobiernan. Es decir, no se requiere de magia económica con modelos ya desgastados; sino EL TEMOR A JEHOVÁ.
Dios bendiga a Latinoamérica.
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