viernes, 17 de julio de 2009

Dicen que los hombres no deben llorar

Recientemente escribí un artículo para un periódico, que deseo reproducirlo en este espacio; dado que varias personas me han llamado para agredecerme por haber escrito el artículo, ya que ha sido de bendición para ellos.
FORMANDO HOMBRES DE DIOS
DIOS ESTÁ FORMANDO HOMBRES RESTAURADOS PARA QUE SEAN SACERDOTES EN SUS FAMILIAS
Cuando niño mi padre me decía que los hombres no debían llorar, que esto era solo para las mujeres; y crecí creyendo que el llorar era un sentimiento de debilidad por parte de las mujeres. en aquel tiempo había una canción que decía precisamente eso; "dicen que los hombres no deben llorar..."
Como pastores debemos trabajar esas áreas que han sido marcadas en la mente y la voluntad de los hombres, que muchas veces no les permite manifestar sus sentimientos sean estos: tristezas, alegrías, dolor y otros.
Organizar reuniones de varones, preferiblemente fuera del templo, en hogares de otros hombres, en un ambiente de privacidad, donde se recomienda que la señora del hogar anfitrión no se encuentre en casa durante la reunión; permite que aquellos hombres tímidos, encerrados en sí mismos, empiecen a abrir su corazón y a expresar sus pensamientos y dificultades que esté enfrentando.
En estas reuniones se recomienda a parte de la Palabra del Señor, algunos testimonios de hermanos que han estado pasando situaciones similares y han logrado salir adelante con la ayuda de Dios.
Las reuniones deben ser dinámicas, y con espacio para que los varones que deseen contar alguna anécdota o parte de su pasado lo haga sin la presión del tiempo. Hacer actividades especiales como organizar una parrillada cada mes en alguna de las reuniones apoyan para que los nuevos del grupo se relacionen con los demás y se sienta una relación de pertenencia. En algunos casos se podrían invitar a las esposas a compartir una de estas reuniones.
Normalmente las mujeres son más sensibles para el llamado de Dios, y pronto están involucradas en actividades de la congregación, no así el varón, que en la mayoría de los casos cuando empieza a congregarse trata de no adquirir responsabilidades. Por la experiencia, he visto que muchos casos en las parejas las esposas están muy involucradas en el ministerio a diferencia del esposo que solo la acompaña o la lleva y luego las recoge de las actividades.
Por esta razón es indispensable que los pastores trabajen con los varones de la congregación, para que se logre un crecimiento en conocimiento y espiritual en estos y que muy pronto estén también involucrados en la obra del Señor en unidad con su esposa.
Las reuniones de matrimonios bien dirigidas, donde haya participación de las parejas apoyan mucho el crecimiento de ambos.
Seguir trabajando, creyendo a Dios, e incentivando el potencial que hay detrás de aquellos hombres que aunque hoy sean tímidos, mañana serán grandes ministros del Señor.
Y por cierto "Los Hombres también lloramos"

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